Completo Conciso
Contenido del capítulo
El salmista pide ayuda a Dios, porque no había ninguno entre los hombres en quien se atreviera a confiar.
Este salmo proporciona buenos pensamientos para los tiempos malos; un hombre puede consolarse con tales meditaciones y oraciones. Veamos qué es lo que hace que los tiempos sean malos, y cuándo puede decirse que lo son. Preguntad a los hijos de este mundo: «¿Qué hace que los tiempos sean malos?» Os dirán: «La escasez de dinero, la decadencia del comercio y los estragos de la guerra hacen que los tiempos sean malos»; pero la Escritura atribuye la maldad de los tiempos a causas de otra naturaleza, 2 Timoteo 3:1, & c.: «Vendrán tiempos peligrosos, porque el pecado abundará»; y de esto se queja David. Cuando la piedad decae los tiempos son realmente malos. El que hizo la boca del hombre le pedirá cuentas por sus palabras orgullosas, profanas, disimuladas o incluso inútiles. Cuando los pobres y los necesitados son oprimidos, entonces los tiempos son muy malos. Dios mismo se da cuenta de la opresión de los pobres y de los suspiros de los necesitados. Cuando la maldad abunda, y es consentida por los que tienen autoridad, entonces los tiempos son muy malos. Vean con qué cosas buenas estamos aquí provistos para tales tiempos malos; y no podemos saber para qué tiempos podemos estar reservados. 1. Tenemos un Dios al que acudir, al que podemos pedir y esperar la reparación de todos nuestros agravios. 2. 2. Dios ciertamente castigará y refrenará a los hombres falsos y orgullosos. 3. 3. Dios obrará la liberación de su pueblo oprimido. Su ayuda se da en el momento más oportuno. Aunque los hombres sean falsos, Dios es fiel; aunque no sean de fiar, Dios lo es. La preciosidad de la palabra de Dios se compara con la plata refinada en grado sumo. ¡Cuántas pruebas se han dado de su poder y verdad! Dios asegurará su remanente elegido, por muy malos que sean los tiempos. Mientras el mundo siga en pie, habrá una generación de hombres orgullosos y malvados. Pero todo el pueblo de Dios está puesto en las manos de Cristo nuestro Salvador; allí están seguros, pues nadie puede arrancarlos de allí; al estar edificados sobre Él, la Roca, están seguros, aunque la tentación o la persecución vengan con tanta fuerza sobre ellos.